La puerta de la habitación se abrió de improviso y apareció un hombre negro de horrible figura, y alto como un pino. Tenía un solo ojo en medio de la frente, inflamado y rojo como una ascua encendida, los dientes afilados cual los de una fiera, las enormes orejas le caían sobre los hombros, y las uñas largas, puntiagudas y semejantes a las garras de las aves de rapiña. A la vista del gigante nos quedamos muertos de terror.
Fragmento del tercer viaje de Simbad el marino.
Las mil y una noches. Cuentos orientales. A. Galand.
Ilustración de E. Vicente.
Fragmento del tercer viaje de Simbad el marino.
Las mil y una noches. Cuentos orientales. A. Galand.
Ilustración de E. Vicente.
© Editorial Ramón Sopena, S.A. 1962.
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