
“Al despertar Gregorio Samsa una mañana se encontró convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre el duro caparazón de su espalda y al levantar la cabeza, vio la forma convexa de su vientre de color oscuro, cruzado por curvadas durezas, cuyo relieve casi no podía sujetar la colcha, que estaba a punto de deslizarse hasta el suelo. Sus numerosas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, se agitaban frente a sus ojos” (Franz Kafka
“La Metamorfosis”).
Los
insectos comprenden el grupo de animales más diverso de la Tierra, con más de 800.000 especies descritas, superior a todos los demás grupos de animales juntos. De ellas, 350.000 son especies del orden
Coleoptera, vulgarmente denominados escarabajos. Algunos autores, como
Vladimir Nabokov, sostienen que Gregorio Samsa pertenecía a este orden.
Metafóricamente era un
ungeziefer, un bicho, una carga para su familia, un parásito privado de su condición física humana, incapaz de valerse por sí mismo, de relacionarse socialmente y provocando el asco y la repulsión de quien lo mirase.
Aunque algunos autores lo relacionan con las cucarachas, del orden
Blattodea, esto no parece probable ya que éstas han estado presentes en la tierra por lo menos durante 300 millones de años y son un prodigio de la adaptación a los cambios, sobreviviendo con éxito en los ámbitos humanos.
Una cosa sí es clara, superaba en tamaño a los insectos más grandes conocidos, escarabajos del género Dynastes, que habitan en los bosques tropicales y ecuatoriales de América Central y del Sur y alcanzan los 15 cm de longitud.
PD. En la foto, insectos coleópteros en la Cuesta de la Fábrica, Alicante