Las rebajas ya se llevan impresas en las camisetas. Hasta ahora se imprimía el reclamo publicitario de alguna marca de algo. Ahora se imprime el acontecimiento mismo que justifica su compra. Es el punto álgido de la sociedad de consumo, literalmente vender el propio argumento de venta. Los maniquíes en este trance no escapan a la literalidad. Son el reflejo estático de los consumidores que pululan por los grandes almacenes sin destino aparente, como pollos sin cabeza.
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