La población humana actual ronda los 6.600 millones. Hace cincuenta años era de unos 2.700 millones. Dentro de cincuenta años se estima que rondará los 10.000 millones.
Tres cuartas partes de la población europea reside en ciudades, siendo el territorio europeo el más urbanizado del mundo. Europa, de hecho, es un sistema de ciudades que se ha ido transformando con el paso del tiempo adaptándose a las nuevas necesidades de la población, pero sin cambiar mucho en los aspectos esenciales de su configuración, es decir, las ciudades siguen organizándose mediante edificios a los que se accede desde espacios públicos (calles, plazas, jardines...).
Los edificios en las ciudades se siguen agrupando en manzanas, y básicamente, desde su desmilitarización (desaparición de las necesidades defensivas mediante sistemas de murallas) las ciudades han seguido creciendo de la misma forma, ocupando más suelo y cambiando únicamente en aspectos concretos de las edificaciones y de sus espacios públicos de acceso.
Igualmente, el crecimiento a base de ocupar más suelo ha dado lugar a la aparición de lo que se denomina conurbaciones o áreas metropolitanas, es decir, aglomeraciones urbanas compuestas por dos o más de ellas sin solución de continuidad.
Actualmente, por ejemplo, la aglomeración urbana de Tokio-Yokohama-Kawasaki-Saitama en Japón tiene una población estimada de 22 millones de habitantes, y la zona metropolitana de la Ciudad de México, de unos 20 millones, existiendo más de 100 conurbaciones en el mundo que superan los 3 millones de habitantes.
Considerando que España tiene algo menos de 45 millones de habitantes, podemos imaginar fácilmente que una población similar se distribuye en las dos aglomeraciones de Tokio y México.
Algunos urbanistas se han planteado hasta cuando el modelo conocido hasta ahora será válido, dado que la población mundial crece de forma exponencial mientras que el suelo disponible es limitado.
Al objeto de resolver el problema de espacio, Eloy Celaya, Javier Gómez Pioz y María Rosa Cervera, junto con otros colaboradores, desarrollaron una idea de ciudad vertical denominada Torre Biónica, de 300 plantas de altura y 1.228 metros, con capacidad para 100.000 habitantes.
Con tres torres de estas se podían resolver teóricamente las necesidades de espacio de una ciudad como Alicante, que tiene una población de unos 300.000 habitantes.
Esta concepción de la organización humana plantea cambios notables no solo en la forma de ocupar el espacio sino también en los servicios públicos municipales en general (abastecimiento de agua y energía eléctrica, alcantarillado, gestión de residuos, policía, transporte público...) que puede redundar en menores costes económicos, debido a su centralización (en lugar de su dispersión), y sociales (reducción de accidentes de tráfico, entre otros). Podemos imaginar fácilmente el cambio que supondría que, por ejemplo, para llevar a los niños al colegio tomaríamos un ascensor en lugar un vehículo privado.
La actual tecnología permite desarrollar estas ideas, salvo que no podamos superar el complejo bíblico de la confusión de las lenguas en la construcción de la Torre de Babel, ya sabéis, que edificar una ciudad-torre va en contra del mandato de Yahveh de dispersarnos sobre la faz de la Tierra y puede volverse a repetir el episodio.
En la imagen la obra “Rage over Babylon" de Ziv Qual.
Tres cuartas partes de la población europea reside en ciudades, siendo el territorio europeo el más urbanizado del mundo. Europa, de hecho, es un sistema de ciudades que se ha ido transformando con el paso del tiempo adaptándose a las nuevas necesidades de la población, pero sin cambiar mucho en los aspectos esenciales de su configuración, es decir, las ciudades siguen organizándose mediante edificios a los que se accede desde espacios públicos (calles, plazas, jardines...).
Los edificios en las ciudades se siguen agrupando en manzanas, y básicamente, desde su desmilitarización (desaparición de las necesidades defensivas mediante sistemas de murallas) las ciudades han seguido creciendo de la misma forma, ocupando más suelo y cambiando únicamente en aspectos concretos de las edificaciones y de sus espacios públicos de acceso.
Igualmente, el crecimiento a base de ocupar más suelo ha dado lugar a la aparición de lo que se denomina conurbaciones o áreas metropolitanas, es decir, aglomeraciones urbanas compuestas por dos o más de ellas sin solución de continuidad.
Actualmente, por ejemplo, la aglomeración urbana de Tokio-Yokohama-Kawasaki-Saitama en Japón tiene una población estimada de 22 millones de habitantes, y la zona metropolitana de la Ciudad de México, de unos 20 millones, existiendo más de 100 conurbaciones en el mundo que superan los 3 millones de habitantes.
Considerando que España tiene algo menos de 45 millones de habitantes, podemos imaginar fácilmente que una población similar se distribuye en las dos aglomeraciones de Tokio y México.
Algunos urbanistas se han planteado hasta cuando el modelo conocido hasta ahora será válido, dado que la población mundial crece de forma exponencial mientras que el suelo disponible es limitado.
Al objeto de resolver el problema de espacio, Eloy Celaya, Javier Gómez Pioz y María Rosa Cervera, junto con otros colaboradores, desarrollaron una idea de ciudad vertical denominada Torre Biónica, de 300 plantas de altura y 1.228 metros, con capacidad para 100.000 habitantes.
Con tres torres de estas se podían resolver teóricamente las necesidades de espacio de una ciudad como Alicante, que tiene una población de unos 300.000 habitantes.
Esta concepción de la organización humana plantea cambios notables no solo en la forma de ocupar el espacio sino también en los servicios públicos municipales en general (abastecimiento de agua y energía eléctrica, alcantarillado, gestión de residuos, policía, transporte público...) que puede redundar en menores costes económicos, debido a su centralización (en lugar de su dispersión), y sociales (reducción de accidentes de tráfico, entre otros). Podemos imaginar fácilmente el cambio que supondría que, por ejemplo, para llevar a los niños al colegio tomaríamos un ascensor en lugar un vehículo privado.
La actual tecnología permite desarrollar estas ideas, salvo que no podamos superar el complejo bíblico de la confusión de las lenguas en la construcción de la Torre de Babel, ya sabéis, que edificar una ciudad-torre va en contra del mandato de Yahveh de dispersarnos sobre la faz de la Tierra y puede volverse a repetir el episodio.
En la imagen la obra “Rage over Babylon" de Ziv Qual.
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