Desde hace años me llama la atención observar en muchas ciudades la existencia de numerosos edificios que sobresalen de las alineaciones invadiendo y estrechando las aceras o calzadas. Cuando se trata de un solo edificio que invade la calle, tal invasión expone en parte sus paredes laterales al exterior, mostrando zonas que debieran quedar ocultas por los colindantes, como si se desnudaran enseñando las vergüenzas que no se deben mostrar (por utilizar un símil antropomórfico) exponiendo dichas partes a diversas degradaciones, tales como los orines de los perros y los sprays de los grafitteros. Es el pequeño tributo que se cobra la ciudad por la invasión de su espacio vital.
En la imagen, edificio invasor degradado en Alférez Díaz Sanchís, Alicante.
PD: Se encuentra degradado el edificio, no el alférez.
En la imagen, edificio invasor degradado en Alférez Díaz Sanchís, Alicante.
PD: Se encuentra degradado el edificio, no el alférez.
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