El paleontólogo Martin Whyte, de la Universidad de Sheffield, South Yorkshire, Inglaterra, encontró en 2005 la huella de un escorpión marino de seis patas y 1,60 metros de largo que vivió hace 330 millones de años. Se trata del Hibbertopterus (Ver La huella del escorpión gigante en BBCMundo.com), y uno de los artrópodos más grandes conocidos (Ver Jaekelopterus rhenaniae).
El Hibbertopterus era un artrópodo acuático, sin embargo hay dos factores que imponen un límite superior al tamaño de los artrópodos terrestres y evitan que se hagan gigantes (ver Are giant sci-fi bugs physically possible?):
1º. Si los artrópodos fueran mucho más grandes de lo que son, los tejidos más profundos de sus cuerpos sufrirían una privación de oxígeno acumulando demasiado anhídrido carbónico, ya que, al no disponer de un sistema circulatorio como los vertebrados, el oxígeno alcanza sus tejidos principalmente gracias su difusión a través de unos tubos (sistema traqueal) que los conectan con el exterior a través de unos pequeños huecos denominados espiráculos, existiendo un límite físico respecto a la longitud que dichos tubos pueden alcanzar antes de que los tejidos dejen de poder intercambiar aire de forma efectiva con el exterior.
2º. La musculatura de los artrópodos se encuentra en el interior de su exoesqueleto, lo que no les permitiría mover su cuerpo a partir de unas determinadas dimensiones. Esto sucede porque, si se mantienen las proporciones del animal, al aumentar de tamaño se incrementa el peso al cubo mientras la sección muscular lo hace al cuadrado, resultando más difícil mover el peso extra del animal. Un artrópodo más grande que una persona necesitaría una musculatura tan gruesa que no cabría dentro de su exoesqueleto.
Un animano humano-antrópodo tendría estas limitaciones en la medida en que no se liberase de su exoesqueleto.
En las imágenes la obra MANtis meal, en la que el artista Damir G. Martin ha representado su versión de un animano humano-mantis o humantis.
Ver también Artropodhumanos e Insectos transgénicos.
El Hibbertopterus era un artrópodo acuático, sin embargo hay dos factores que imponen un límite superior al tamaño de los artrópodos terrestres y evitan que se hagan gigantes (ver Are giant sci-fi bugs physically possible?):
1º. Si los artrópodos fueran mucho más grandes de lo que son, los tejidos más profundos de sus cuerpos sufrirían una privación de oxígeno acumulando demasiado anhídrido carbónico, ya que, al no disponer de un sistema circulatorio como los vertebrados, el oxígeno alcanza sus tejidos principalmente gracias su difusión a través de unos tubos (sistema traqueal) que los conectan con el exterior a través de unos pequeños huecos denominados espiráculos, existiendo un límite físico respecto a la longitud que dichos tubos pueden alcanzar antes de que los tejidos dejen de poder intercambiar aire de forma efectiva con el exterior.
2º. La musculatura de los artrópodos se encuentra en el interior de su exoesqueleto, lo que no les permitiría mover su cuerpo a partir de unas determinadas dimensiones. Esto sucede porque, si se mantienen las proporciones del animal, al aumentar de tamaño se incrementa el peso al cubo mientras la sección muscular lo hace al cuadrado, resultando más difícil mover el peso extra del animal. Un artrópodo más grande que una persona necesitaría una musculatura tan gruesa que no cabría dentro de su exoesqueleto.
Un animano humano-antrópodo tendría estas limitaciones en la medida en que no se liberase de su exoesqueleto.
En las imágenes la obra MANtis meal, en la que el artista Damir G. Martin ha representado su versión de un animano humano-mantis o humantis.
Ver también Artropodhumanos e Insectos transgénicos.