Nadie conduce el metro. Su funcionamiento ha sido programado por un brillante informático muerto hace años. El primer tren se pone en movimiento a las 5:15 de la madrugada mientras que el último se inmoviliza a la 1:30 de la mañana siguiente sin que haya forma de impedirlo ya que el informático muerto se llevó a la tumba el secreto del programa y desde entonces no ha habido quién fuera capaz de descifrarlo; de modo que haga lo que se haga el primer metro parte todos los días a la misma hora, seguido por otros trenes que cumplen con un horario preciso según la afluencia de pasajeros en diferentes momentos de la jornada, incluyendo sábados, domingos y otros días festivos. Es tal el automatismo del metro que cierto día de gran nieve, cuando el temporal impidió a los habitantes de la ciudad salir de sus casas, el metro siguió rodando solo a través de los túneles y estaciones con todas sus luces encendidas, transportando solamente aire y cumpliendo con su preciso horario.
Pero a pesar de su sadismo o de su burla, el informático muerto previó la instalación de una palanca para interrumpir manualmente y por unas horas el fluido eléctrico que permite el funcionamiento de los trenes. El dispositivo mencionado se encuentra en un pequeño cuarto de 2 m por 3 m en el décimo quinto subsuelo de la tercera estación de la rama A, a la derecha. Un hombre, cuya función se ha definido con el título de encargado, se dirige allí cada día con el fin de velar sobre la palanca.
Su trabajo consiste esencialmente en accionar el dispositivo en caso de incidente. El encargado y los para-médicos se ponen en acción tres o cuatro veces al día ya que, por causas que aún se ignoran, hay infelices que prefieren el metro a otras formas de poner fin a sus vidas.
Accionar la palanca comprende dos movimientos sucesivos, el primero de ellos es bajar la palanca cuando la lámpara roja se enciende en el cuarto y el segundo el de subir la palanca cuando la luz roja se apaga y la verde vuelve a encenderse.
Fragmento del relato “El encargado de la palanca” firmado por Diciembre, presentado al II Concurso de Relatos Cortos de terror convocado por aullidos.com, en colaboración con La Factoría de Ideas y Ediciones Minotauro.
Fragmento del relato “El encargado de la palanca” firmado por Diciembre, presentado al II Concurso de Relatos Cortos de terror convocado por aullidos.com, en colaboración con La Factoría de Ideas y Ediciones Minotauro.
La palanca de la imagen está en la carretera San Vicent del Raspeig-Santa Faz, segunda glorieta de salida dirección Villafranqueza, Alicante.
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